Era de mañana y como de costumbre
llovía desesperanza, monotonía y cansancio
Llovía sobre la ciudad, sobre el mundo entero
En el caminaban los autómatas, los títeres, las marionetas.
Caminaban con sueños que no eran de ellos
con emociones que no les pertenecían,
sino que al contrario, les fueron entregadas por alguien más
Sólo les quedaba algo... algo que lamentablemente
vendían a cambio de nada.
Y ahí estaba yo, atrapado con ellos,
pero a diferencia de todos, como pocos
Era consciente de mi felicidad incompleta
y de las cadenas que me mantenían en la esclavitud,
de la agonía diaria de la sobrevivencia
Atrapado entre el estrés y la locura infernal
decidí un día, una noche, acabar con el estado de las cosas.
Y en mi lugar, donde yo quería estar
me volví sobre mí y en un acto de amor propio,
rompiendo cadenas y cuerdas
desobedecí a dios, a la autoridad y a la sociedad.
Y en la mañana de aquel día, en un segundo infinito
gozé de libertad y verdadera felicidad
y por fin comencé a vivir... a vivir de verdad
Cynade. 15 de julio de 2010
Ningún Derecho Reservado Ⓐ
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